Todos hemos presenciado en los últimos días situaciones difíciles en nuestro país, enfrentamientos, violencia y marchas en los medios de comunicación, temor en la población en general, opiniones acerca de las diferencias, preocupaciones y otro sin fin de estímulos que de un momento a otro estallaron con mucha información. Todo lo anterior puede generar sensación de inseguridad, ansiedad y miedo, pudiendo en ocasiones estar acompañado de síntomas físicos que pueden llegar a interferir en nuestra forma de funcionar en las actividades que realizamos a diario.



Es de vital importancia prestar atención, cómo nuestras propias preocupaciones como adultos y el contexto que hoy vivimos podrían afectar a nuestros niños, los más pequeños que no logran tener una total claridad acerca de lo que está pasando. Los niños son especialmente sensibles a los estímulos ambientales, las conductas y a las formas de reacción que nosotros podemos presentar.



Lo principal para poder apoyar a los niños en este proceso es que ellos puedan expresar lo que les pasa con lo que está sucediendo, preguntas tales como ¿Qué sabes de lo que está pasando? ¿Cómo te sientes con eso? Así, generamos espacios de apertura en la que ellos libremente pueden preguntar y contarnos desde su mirada lo que sienten y lo que les pasa.



Como complemento a lo anterior podemos seguir las siguientes recomendaciones:



- Evitar que puedan ver u oír los medios informativos o redes sociales que muestren episodios de violencia o contenido que pudiese preocupar a los niños. En general dependiendo de la etapa del desarrollo, el pensamiento abstracto se adquiere en la medida que el cerebro va alcanzando ciertos procesos de maduración, siendo los más pequeños con una estructura de pensamiento más bien concreto, por lo que debemos ser claros en entregar información a raíz de sus preguntas, tratando de explicarles en un lenguaje acorde para su edad con la información justa y necesaria.



- Explicarles que lo que está sucediendo es una situación temporal y que se está trabajando para que todo mejore lo más pronto posible.


- Dentro de lo posible mantener sus rutinas diarias, si están en casa, armar planificaciones y objetivos diarios. Esto ayuda a la disminución de la ansiedad, contribuyendo a un bien estar general.


- Generar actividades extraprogramáticas, fomentando las relaciones sociales, tales como visitas familiares, idas a jugar con amigos, juntas en casa, etc. En el fondo mantener una red de apoyo para sentir mayor respaldo y aumentar su sensación de seguridad.


- La contención y la escucha activa son esenciales, estar atentos a la emocionalidad de los niños, hablar abiertamente del tema si ellos lo requieren para aclarar sus miedos, como también tener la posibilidad de contarles acerca de cómo nosotros como adulto nos sentimos, siempre validando lo que ellos reporten acerca de lo que sienten. Podemos utilizar palabras como,? te entiendo?, ?tienes razón?, ?está bien?.



Cada familia se enfrenta con diferentes realidades a esta crisis, tales como dificultades económicas, estrés en general, angustia, cesantía, miedo, entre otros, pudiendo cada una generar repercusiones en nuestros niños si no cuidamos de su salud mental, conductual y emocional. Es responsabilidad nuestra estar atentos a como se están sintiendo durante esta situación.



En ocasiones pueden aparecer ciertos síntomas tales como llanto, irritabilidad, temor, ansiedad al estar solos o al salir de casa, insomnio, conductas regresivas (tales como chuparse un dedo, hablar como guaguas), problemas conductuales, enuresis (no controlar esfínter, una vez que ya lo había aprendido con anterioridad), entre otros.



Es importante solicitar apoyo profesional si se sospecha que el niño pudiese estar presentando algunas de estas dificultades.

Centro de Terapia del Comportamiento